Una horas de realidad onírica
24 horas antes del recital de Nacho Vegas, un virus se apoderó de mí y me tuvo todo el día en cama, transpirando, dolorido y lleno de mocos-agua.
A fuerza de paracetamoles y pseudoefedrinas, cargué la filmadora, me puse mi remera preferida ("Qué bien sabe no existir")y fuí a Harrods una hora y media antes de las 22Hs.
Al llegar, no había casi nadie cerca del escenario. De fondo, pasaban canciones traquilas y bonitas (creí escuchar a Micah P Hinson). Compré una cerveza a precio petroleo mientras la voz del mejor Lou Reed en la mejor Velvet chocaba contras las paredes glamourosamente decadentes del edificio (Pale Blue eyes).
Minutos mas tarde, Lucas me dice que quien pasaba música es el cerebro detrás de Global Art . Luego deja la compactera a Javier Diz empieza con El Niño Gusano. A ese punto, el nivel de irrealidad era tremendo. Faltaba media hora para ver por fin a Nacho Vegas en vivo y para esperarlo escuchaba El Niño Gusano. No podía ser verdad.
La espera siguió con Tachenko (ya separados) y con el encuentro de gente que hacía mucho no veía (estás igual, Scott).
Vuelve el virus, transpiro. Voy al baño. Mientras meo encerrado en el cubículo, suena "Un Buen Día", y ya no es que me parece, estoy seguro de estar soñando.
Scott cuenta que Nacho anda por ahí muy amable sacándose fotos y firmando autógrafos. Estoy tentado de ir con la cámara, pero prefiero guardar una distancia con el artista. ¿Por qué hay que tener TODO?. Permitamonos algo irrealizable en el deseo.
Naza y Marinita se suman al grupete. Naza, con una remera de Carlitos Tevez serigrafiada por él mismo dice que en el baño se cruzó con Nacho, rodeado de Patovicas-Prevención, adhiere en la amabilidad del asturiano.
Faltan diez minutos. Hay mas gente. Voy para el escenario. Ahí está mi hermano (encargado de filmar porque yo quiero ver el show en directo, no a través de la pantallita). Esfervescencia. Hacía mucho que no tenía ansiedad pre-show.
Sale Nacho. Y Xel Pereda. Hay guitarras, banjo, mandolina.
Le dejaron en una mesita una lata de Quilmes (pobre!). Y arranca sin decir nada con Noches Articas, la canción que compuso con J de los Planetas. Y estoy metido de lleno en el sueño (sueño de Noches Articas). Y no quiero despertarme. Y casi que lloro. Y la piel de gallina.
Luego, la irrupción de la realidad: mogólicos que gritan que se sienten los de adelante (gritan aun cuando la canción ha empezado: es mas importante ver que escuchar, el espectáculo es visual o no es). Y luego otro imbécil contesta su celular de mierda y se pone a hablar fuerte y dice, con la típica (sin)gracia soberbia de los boludos "estoy hablando" ante los chistidos (si alguien que lee esto lo conoce, peguenle una patada en el medio del orto de mi parte).
Y vuelve el sueño. Y cuando toca La Pena o La Nada, ya no puedo resistirme y cometo el atrevimiento de cantar en voz alta ese estribillo (sí, dije que no había que hacerlo, pero...). Y mas piel de gallina.
Toca 8 y medio. Susurra una canción asturiana. Sólo habla contando una falsa historia de una azafata viuda para empezar con Michi Panero. Declara su devoción por La Paz y por La canción.
Vuelve a interrumpir la realidad con amague de palmas en el corte del disco con Bunbury.
Termina. Se va. Vuelve con El extranjero de Leonard Cohen. Y termian del todo con un cuelgue de guitarras al final de El Pais de la Duermevela.
Me despierto en la mas tremeda realidad: unos imbéciles al lado dicen "viste la cara del gordo? no veía la hora que termine , jaja" (por Xel Pereda sosteniendo el minimalismo de acordes de Nacho).
La gente habló de fondo, obviamente. Pero mas allá de todo, fué mágico. Y esa imperfección real, quizás no hizo mas que recortar lo soñado. anoche, los boludos sirvieron para rescatar el poder artístico. Porque en última instancia, las canciones nos sostienen vitales en el mundo de mierda.
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