Friday, October 24, 2003


Chucho Valdés + filarmonica de Buenos Aires live at the Teatro Colón

Primera vez que pisaba el teatro Colón. De movida nomás, una clasificación de acuerdo al status de la entrada. Si se tiene el papelito blanco de la parte principal, pues uno entra por la puerta enorme de la calle Libertad, pisando una alfombra roja. Si se tiene la entrada rosa , "esto es por la calle Tucumán". Y en la calle tucumán hay una gerontolucha por el ascensor que incluye codazos, pisotones y "déjenme pasar que vengo con una persona discapacitada!". Subimos mejor por la escalera. Primer piso, segundo piso, tercer piso.. dónde quedan las "Galerias"?. Sexto piso!. Sólo había una ubicación mas lejana, literalmente al ras del techo, de gente parada, sarcásticamente llamada "Paraiso".

Hacia abajo, la atracción de un buen suicidio (ya que estamos en el tema): volar hacia el cráneo de algun plateista, cual un Corán lover melómano.

El techo del Teatro está pintado por Soldi (hizo una firma del tamaño de un piano de cola, como para que quede claro). Es una fresco que, o esta inacabado, o es mas bien batata (plop!).

Alrededor del fresco, están pintados los nombres mas conocidos de la ópera, como en esos bares que ponen en las paredes "Elvis", "Beatles", o, como en el Burguer de Florida y Corrientes, que tienen a "Michael Jackson - King of Rock" [tachado: "pop, idiotas!"].

Bueno, a la música. Sale la filarmonica. Comienzan con la sinfonía fantástica de Berlioz y me asalta una idea que demuestra lo hecho mierda que está uno: "qué bajito, que suban el volumen!". claro, en la era del micrófono, la resonancia de un teatro clásico no es suficiente para unos sentidos de umbrales altos. Encima esas viejas que tosen... Terminó siendo la "Sinfonía La Tos fantástica". Hay algo en la acustica del teatro que hace que ruidos de pasos o toses resuenen mas que las flautas. Un manjar para Cage.

Termina el primer movimiento y la clase popular que ha invadido este antro sagrado aplaude. Qué barbaridad! surgen las lechuzas desde abajo "shhhh!!!!!". Claro, los movimientos de una sinfonía son como la bandera cuando se va: no se apalauden.

Una hora después, todos estallan en ovación (incluso las viejas que tosían y que estuvieron acatísica, sin dar la mas minima pelota a la musica, durante la obra).

Sale Chucho Valdes en version cuarteto (bateria, contrabajo, percusion, piano) mas la orquesta detrás.

Tocan canciones populares. La consagración del Lounge. La filarmónica, con el director literalmente bailando, al son del Manisero fue algo que si Adorno se levanta de la tumba y los ve, los quema en la hoguera.

Se nota que Chucho la tiene perfectamente clara con el groovie del latin jazz. Y se nota que una orquesta detrás de esto, solo puede representar el papel de gato caro. Sonido "Schiffrin" de ratos o directamente Mouriat. Sólo los vientos agregaban glucosa, el resto era pura sacarina.

La gente festejaba, un salame gritó "Viva Cuba", otra imbecil empezó a cantar "olé olé olé / chu-cho , chu-cho". Y el cubano contestó a la demagogia del publico con la habitual demagogia del artista: un "duelo" entre el piano y el percusionista (que hizo de "negro simpático" para entretenimiento el medio pelo argento). Los músicos de la filarmonica descansaban sobre sus instrumentos, aplaudiendo estas boludeces, y bueno, así terminó la noche. Tres horas de algunos buenos instantes y una nueva prueba de que la profesionalización y los truquitos-para-la-gilada matan a la música, así sea Mollo tocando la guitarra con los dientes, o Chucho Valdes en duelo con unas tumbadoras.











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